P
ermítanme que, en primer lugar, agradezca a la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas, que hoy representa a la mayor parte de las empresas alimentarias, su amable invitación para presidir este Acto, que conmemora sus treinta primeros años de vida profesional.
Me alegra poderlo hacer y transmitir con ello mi sincera felicitación a la FIAB así como el reconocimiento que merece el sector alimentario; que no sólo es una de las claves del desarrollo económico y social de España, sino que ha desempeñado un papel esencial en el proceso de transformación experimentado por buena parte de nuestro tejido productivo a lo largo de las tres últimas décadas.
Gracias a la constante labor de la FIAB, la presencia y el prestigio de la industria alimentaria española ha logrado crecer de forma muy notable en los mercados internacionales, sobre todo en Europa, donde ya ocupa el quinto puesto en ventas. Ello demuestra hasta qué punto es éste un sector vital y dinámico, en constante renovación, que ha sabido modernizarse para afrontar los desafíos que han entrañado, tanto la incorporación al Mercado Interior Europeo, como la progresiva liberalización del comercio mundial y la globalización.
El éxito cosechado a lo largo de este periodo por la industria española de alimentos y bebidas ha sido enorme. Es verdad que tradicionalmente ya era uno de los sectores más importantes de nuestra economía, pero en los últimos tiempos destaca por su crecimiento y, sobre todo, por el aumento anual de sus exportaciones. El hecho de que este sector contribuya con el 17 % al total del P.I.B. industrial y dé empleo a 450.000 trabajadores, ratifica su importancia, ya que se sitúa como el primero de la industria manufacturera española y aporta, también, beneficios evidentes, tanto para el sector primario como para el consumidor.
Dicho éxito se ha basado, por un lado, en la alta calidad -reconocida mundialmente- de nuestros vinos, bebidas y otros productos alimentarios; y, por otro lado, en el extraordinario buen hacer de nuestras empresas, en su capacidad de adaptación a los nuevos retos, y en su inteligente aprovechamiento de las oportunidades presentes en el mercado internacional.
En el plano interior, se trata de un sector caracterizado por la gran cantidad de Empresas Pequeñas y Medianas que conviven junto a grandes firmas de indudable peso y notable expansión. Las PYMEs han contribuido a reforzar el espíritu emprendedor en España, a multiplicar la iniciativa empresarial, a estrechar y aumentar nuestro tejido productivo, y a crear riqueza y empleo.
También es cierto que la globalización de la economía y las nuevas exigencias del consumidor refuerzan la importancia de la dimensión de la empresa en la industria alimentaria española.
De ahí, la trascendencia de la labor asociativa desarrollada por la FIAB, tanto para promover actuaciones conjuntas y la defensa de intereses comunes, como para dotar de la visibilidad necesaria al conjunto del sector, alentar las reformas oportunas y lograr el mejor aprovechamiento de las mejoras disponibles en los más variados ámbitos, desde la formación hasta la investigación.
Creo importante resaltar también que en relación a Europa, la FIAB ha sido pionera en la asunción de compromisos derivados de nuestra integración, contribuyendo a la búsqueda y consolidación de una industria europea fuerte y competitiva, no sólo en el seno del Mercado Interior, sino también a escala internacional. En este sentido, quiero destacar la importante labor que desempeña la FIAB como miembro de pleno derecho en la Federación de Industrias Agroalimentarias de la Unión Europea, que representa y defiende tan importante sector industrial ante las Instituciones europeas e internacionales. Una labor ejercida en estrecha colaboración con las distintas Administraciones públicas, en el marco de sus respectivas competencias, y siempre al servicio de los intereses del sector.
La industria española de alimentos y bebidas ha demostrado su capacidad para afrontar, con excelentes resultados, la competencia del resto de las industrias alimentarias de la Unión Europea, ganando en muchos casos una posición de liderazgo, que hacen de España un referente insoslayable del sector a escala mundial. Ello se debe a la estrategia competitiva que aplican las empresas alimentarias y que deben seguir reforzando, para mejorar la calidad de sus productos, para reforzar su creciente inversión en investigación, tecnología e innovación, así como en formación, marca, diseño y promoción, de modo que puedan hacer frente con eficacia a las exigencias del nuevo escenario internacional, lleno de retos y oportunidades.
Muchos de ellos ya han sido citados y son bien conocidos, como la necesidad de ser aún más eficaces en la internacionalización y en la asunción de una competencia cada vez más feroz, que no sólo procede ya de los países de nuestro entorno europeo y, en particular, mediterráneo -cuyos productos muchas veces rivalizan con los nuestros-, sino también de los nuevos competidores de terceros países, que emergen con fuerza en el mercado mundial.
Otros retos y oportunidades vienen de la mano del consumidor, de la modificación de sus hábitos de vida y de sus pautas de consumo; y derivados de otras transformaciones del mercado.
En efecto, el consumo ha experimentado grandes mutaciones en una sociedad dotada de mayores niveles de educación y de poder adquisitivo, que refuerzan su capacidad de elección, alentada por la creciente apertura de los mercados y el aumento de la competencia. El consumidor decide, cada día más, en función de valoraciones adicionales, que incluyen desde la nutrición equilibrada o la seguridad alimentaria, hasta criterios medioambientales.
Contribuir a la mejor conservación del medio ambiente es otro de los compromisos que asume este sector, en un momento de especial preocupación ante las amenazas al equilibrio de nuestro entorno natural. Es, por ello, especialmente loable la tarea que realizan las empresas y la FIAB en este ámbito.
También, venciendo los tópicos que existían respecto a lo ?primario? de este sector, la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías, cobran particular protagonismo. Por ello, la actividad que desarrolla la FIAB, tanto en el área de Investigación y Tecnología, como en la de Formación, merece nuestro mayor reconocimiento y apoyo.
La industria alimentaría española ha sabido así mismo aportar un creciente nivel de calidad, capaz de responder a las exigencias de los mercados más desarrollados, con unas legislaciones cada vez más severas y unos consumidores cada vez más informados, lo que pone de relieve la mentalidad moderna y dinámica que predomina en las empresas del sector.
Es mucho lo que se ha logrado en estos treinta años. Unos resultados que nos deben llenar de confianza acerca de nuestro creciente potencial para el futuro. Bien sabéis que podéis contar con mi reconocimiento, aliento y pleno apoyo en el esfuerzo, que distingue a la FIAB y a sus miembros, por asumir ese futuro con mayores garantías de éxito.
A eso os animo: a ser cada vez más innovadores y eficientes en la producción, promoción y comercialización de los alimentos y bebidas de España, porque de ellos nos sentimos especialmente orgullosos, al formar parte de nuestra riquísima y variada cultura gastronómica y representar nuestras señas de identidad, imagen y proyección internacional.
Nuevamente, felicidades a todos los que formáis la FIAB en este 30 aniversario. Gracias por vuestro esfuerzo y trabajo al servicio de este sector, clave para nuestra economía y para el progreso y bienestar de todos los españoles.
Muchas gracias.