P
or muchos motivos me complace presidir esta proclamación oficial del nombramiento del nuevo Presidente del Club de Roma, el Príncipe Hassan bin Talal, a quien expreso mi enhorabuena más afectuosa.
Es un intelectual con visión universal, comprometido con el diálogo cultural e interreligioso al servicio de la paz y de un desarrollo justo y sostenible en el mundo, con particular dedicación al Medio Oriente, la tierra de sus mayores.
Presidente del Consejo Superior de Ciencia y Tecnología, así como de la Real Sociedad Científica de Jordania, también es el Moderador de la Conferencia Mundial sobre Religiones y Paz, entre otras muchas actividades.
La Reina y yo, Miembros de Honor del Club de Roma desde hace años, nos felicitamos y felicitamos a los miembros del Comité Ejecutivo por este nombramiento, que no sólo garantiza la continuidad en el liderazgo de esta institución, sino que además confirma inequívocamente su vocación universal y su visión de futuro.
Soy testigo de la sólida y profunda tarea del Club de Roma, desde su fundación, hace treinta y dos años, en la Academia de Linccei romana.
Su obra, a veces callada y en otras de gran impacto, ha ido calando progresivamente en todo el mundo y en los más diversos sectores, tanto públicos como privados, académicos, empresariales y sociales, sin hacer distingos entre las diversas ideologías, creencias y disciplinas del saber, gracias a una constante visión global y a largo plazo.
La tarea no ha sido fácil ni lo será en el futuro. Recuerdo el nacimiento en 1976 del Capítulo Español, a iniciativa de Ricardo Diez Hochleitner, primer español cooptado como miembro del Club y primer vicepresidente de su Comité Ejecutivo antes de desempeñar su Presidencia durante diez años. Por tan largos y meritorios servicios quiero expresar mi enhorabuena al desde ahora nuevo Presidente de Honor.
Mi felicitación a los nuevos Vicepresidentes Ejecutivos y mis mejores augurios en el trabajo que, en estrecha colaboración con el nuevo Presidente y junto con un Comité Ejecutivo renovado, van a llevar a cabo, tanto en cada país como en el ámbito de las grandes regiones del mundo.
Necesitamos, quizá hoy más que nunca, de instituciones como ésta, que abran caminos para superar los grandes desafíos de nuestro tiempo, combinando el legado de sabiduría que hemos recibido de quienes nos han precedido con el dinamismo e ilusión de los jóvenes. Y que avancen el proyecto de un mundo mejor, que conviva en paz y luche por lograr cotas más altas de progreso y bienestar para todos.
El Club de Roma ya fue bautizado hace tiempo como la "Conciencia de la Humanidad". Pero lo queremos ver siempre también como el "Club de la Esperanza", una fuente de esperanza para todos nosotros y las nuevas generaciones que van a sucedernos.
Estoy seguro de que la nueva etapa que ahora se inicia con la presidencia del Príncipe El Hassan bin Talal, significa un avance decisivo hacia estas metas, y le deseamos toda clase de éxitos en su importante cometido.