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ntes de nada quiero agradecer al Presidente del Senado su amable invitación para presidir este acto de entrega de los Premios ?Luis Carandell? en su tercera edición, que ha presentado la Presidenta de la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Creo hablar en nombre de todos al expresar mi gratitud y reconocimiento al Senado por su valioso patrocinio de estos Premios, que sintetizan tantos valores y principios esenciales para la vida democrática de la sociedad española.
Mi gratitud también al Presidente del Congreso de los Diputados, a los miembros de las Cortes Generales, y a cuantos periodistas e invitados han tenido la atención de acompañarnos.
Al hacer uso de la palabra, permitidme que salude con todo afecto a Doña Eloisa Jäger, viuda de Luis Carandell, que nos honra con su compañía junto a sus hijas, Eugenia y Zoraida. Con ellas la querida figura del gran maestro se hace aún más presente.
Entregados ya los 2 galardones de esta 3ª edición, quiero felicitar muy sincera y efusivamente a Don Gonzalo López Alba, corresponsal parlamentario del Diario ?ABC? y a Doña Marisol Castro León, de la Agencia ?Servimedia?, por sus bien merecidos Premios ?Cronista Parlamentario? y ?Cronista Senatorial?.
Un justo reconocimiento, que destaca la capacidad de trabajo, la trayectoria profesional y la iniciativa con que ambos galardonados analizan, relacionan y transmiten la noticia y el debate que se producen en el ámbito de nuestro Poder Legislativo, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado. Aportan, además, a su trabajo un talento y un estilo propios que se fundamentan en un amplio bagaje cultural.
Estos Premios surgen de una iniciativa del Senado, dirigida a reconocer la calidad del trabajo de los profesionales y los medios de comunicación, cuyo alto nivel profesional contribuye a apoyar y dar a conocer mejor la actividad de nuestras Cámaras. Unos Premios que, al mismo tiempo, recuperan la tradición de la crónica parlamentaria como género periodístico, y que honran la figura de Luis Carandell, uno de nuestros más insignes cronistas políticos, extraordinario periodista y escritor.
España cuenta, en efecto, con una extensa tradición en este campo. Grandes escritores e intelectuales compaginaron su pasión por la literatura con el periodismo político. Algunos de ellos, fueron Parlamentarios y dedicaron parte de sus vidas al noble arte de la política.
Los ejemplos son muchos y, entre los más recientes, no quiero dejar de citar a quienes formaron parte del grupo de Senadores por Designación Real como nuestro Premio Nobel de Literatura en 1989, Camilo José Cela, o también Julián Marías, Guillermo Luca de Tena, José Ortega Spottorno, Víctor de la Serna o José Luis Sampedro.
Más atrás en el tiempo, destacan otras figuras de ilustres hombres de letras que nos han dejado un legado de hermosas obras y de sabias, audaces, reflexivas o críticas columnas periodísticas en las que han abordado la realidad parlamentaria, política o social de nuestro país.
Algunos de ellos dan nombre a las distintas mesas que nos reúnen en esta sala. Sin que se entienda como prelación, permitánme citar a José Martínez Ruiz, ?Azorín?, cronista parlamentario del diario ABC desde 1905 que acabó participando de forma activa en la política de la época y ocupó un escaño en el Parlamento español.
Son muchos otros los nombres que podríamos destacar, como los de Mariano José de Larra, para quien el periodismo aporta ?una nueva forma de literatura, hija de la experiencia y de la historia, y faro, por tanto, del porvenir, estudiosa, analizadora, filosófica, profunda?; Wenceslao Fernández Flórez, el cronista parlamentario por antonomasia con sus ?Acotaciones de un oyente? repletas de ironía y pesimismo existencial; o Benito Pérez Galdós, que transitaba maravillosamente de la noticia al Episodio Nacional.
Quiero detenerme, como es lógico, en la figura del gran Luis Carandell, cronista de nuestro tiempo, pieza insustituible para entender la Transición española y su reflejo informativo; me considero afortunado por haberle conocido y apreciado en vida, sobre todo como Vicepresidente de la Asociación de Periodistas Europeos que me honro en presidir honoríficamente.
Para Carandell existía una sensible diferencia entre informadores y cronistas parlamentarios. Decía que los cronistas no tienen por punto de atención especial las palabras que dan forma al discurso político sino que, por el contrario, están más pendientes de otra forma de lenguaje que también transmite la cuestión política: se refería a ?los movimientos de las personas, su forma de actuar o de hablar?. Por eso otorga un papel destacado a la anécdota parlamentaria, tal y como constató en sus libros, con ternura, con bondad, sin ánimo de malherir.
Luis Carandell contó con ese don que, a través de sus crónicas parlamentarias, le permitiría volcar su inteligencia, su formación y su sentido del humor sobre la realidad política, que tan bien conocía, para desvelar aspectos siempre nuevos del inmenso valor del debate democrático. No creo excesivo añadir que incluso su voz y su imagen contribuían a enaltecer la dignidad de la vida parlamentaria.
En nuestra sociedad, libre y responsable, el ciudadano que busca información, valora cada día más la creciente exigencia profesional que asume el periodista, en particular cuantos tienen a su cargo el seguimiento de los trabajos de las Cortes y su enorme incidencia política, económica y social. Aprecia especialmente el esfuerzo desarrollado por los periodistas, para sintetizar la información en un mensaje preciso, capaz de reflejar la noticia y analizar sus razones más profundas, sus relaciones presentes y sus futuras implicaciones.
Una exigencia que se ve acentuada, tanto por la variedad de enfoques que ofrece la multiplicación de los medios informativos, como por la incidencia de las nuevas tecnologías, que aceleran la inmediata transmisión de la noticia, promueven la interrelación entre el público y el medio, y acrecientan el volumen de información disponible.
El periodismo parlamentario, que hoy distinguimos en los galardonados, contribuye a aportar nuevos elementos de juicio al ciudadano, enriqueciendo su capacidad de decisión. Al tiempo que presta el necesario y nunca fácil servicio de informar, refleja las diversas opiniones políticas, las áreas de discrepancia y las de entendimiento, contribuyendo a la convivencia en democracia que nuestra preciada Constitución sustenta.
El lector, el espectador, el oyente aprecian, además, el sello personal que el periodista parlamentario sabe imprimir a su estilo y a su enfoque. El ámbito de la labor del periodista parlamentario se encuentra, no sólo en los hemiciclos y en los diarios de sesiones, sino también en las salas de prensa, los pasillos, y tantos otros escenarios que albergan nuestras Cámaras. Espacios de convivencia y diálogo que aproximan aún más los trabajos del Parlamento al ciudadano.
En suma, nuestra sociedad valora la competencia que premiamos en Gonzalo López Alba y Marisol Castro Léon, cuya información respetuosa y sustentada en los hechos, facilita la reflexión y permite la profundización en los asuntos de interés común.
Reitero mi más calurosa felicitación a los dos Premiados por este reconocimiento profesional tan preciado que hoy reciben, en la seguridad de que en ellos distinguimos también a muchos otros compañeros suyos, que aproximan con empeño y profesionalidad el trascendental trabajo de nuestras Cámaras a los hombres y mujeres de España.
Muchas gracias.