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ueridos compatriotas:
La ocasión que convierte hoy a La Habana en lugar de encuentro de los pueblos iberoamericanos es, además, para la Reina y para mí, un momento de intensa emoción, pues nos permite estar aquí con vosotros y poder saludar personalmente a los españoles que vivís y trabajáis en Cuba.
Durante muchos años hemos tenido este momento en nuestro corazón. No creáis nunca que habéis estado olvidados o que vuestra labor y vuestra dificultad han sido ignoradas. Al contrario, los españoles en Cuba, y también los cubanos, habéis sido muchas veces el objeto de mi preocupación y el centro de mi atención. Desde siempre hemos tenido, aunque parezca una paradoja, nostalgia de este país que no conocíamos.
La Reina y yo estamos felices de que hoy se satisfaga plenamente ese anhelo de cercanía que siente la Corona hacia los ciudadanos de España que viven más allá de nuestras fronteras. Hoy se produce un encuentro pendiente, y largamente deseado, el abrazo con los españoles que viven más allá del mar, en una tierra que guarda con orgullo nuestra identidad y nuestra historia.
Dos días en La Habana nos han permitido confirmar hasta que punto éste es un país y un pueblo que tiene al nuestro como referencia más inmediata. Quiero deciros a todos vosotros y quiero decir, a través de vosotros, a todos los españoles que no han podido venir, y también a los cubanos, que los Reyes de España sienten hoy emoción y agradecimiento.
Los españoles, con profundo respeto, deseamos contribuir a la concordia y al desarrollo en todos los órdenes de éste pueblo abierto, generoso y alegre, incluso a la hora de afrontar sus dificultades y sus carencias con la mejor voluntad de superación.
Sabemos que este deseo es compartido por los españoles que, en su momento, tomaron la dolorosa decisión de partir para regresar a la Patria, dejando atrás afectos e ilusiones, vínculos profundos que se mantienen vivos en su recuerdo.
Sabemos que a vosotros, los que estáis aquí, os anima también ese mismo deseo.
Me refiero a los que decidisteis quedaros y continuar vuestra vida aquí. Vuestro sacrificado esfuerzo, vuestro afecto probado a esta tierra y a este pueblo, hace que todos los españoles tengamos más facilidad hoy para acercarnos a los cubanos. Sois también prueba de ese amor ?de ida y vuelta? entre España y Cuba.
Me refiero también a los religiosos y religiosas que con vuestra admirable labor pastoral y social proporcionáis unos servicios eficaces y bien administrados a quienes los necesitan. Os agradecemos vuestro empeño y vuestra dedicación. Los cubanos saben que hay españoles que viven pendientes de ellos, que les apoyan en sus dificultades. Sois la mejor representación de esos españoles.
Me refiero, en fin, a nuestros hombres y mujeres de empresa. Vuestra capacidad emprendedora es ya una realidad visible en este país. La formación profesional, las soluciones técnicas, los conocimientos de mercados que estáis aportando a la sociedad cubana contribuyen a ampliar las oportunidades para ese futuro mejor que deseamos para Cuba. Sois un ejemplo de esa España moderna y abierta, que todos construimos con mucho trabajo en los años pasados y que hoy queremos compartir con todos en Iberoamérica.
A punto de cumplirse los veinticinco años de mi reinado, España es hoy un país moderno, firmemente anclado en los centros de dirección política y económica más importantes del mundo. Hemos conseguido llegar a esta posición gracias al esfuerzo de todos los españoles, unidos en un empeño común en el respeto de todos los derechos humanos, basado en la libertad y en una democracia verdadera que ha hecho posible la reconciliación.
Iberoamérica y Cuba pueden tener la certeza de que España se encontrará siempre a su lado en nuestro común camino hacia el futuro. Este es el sentido de nuestro decidido compromiso iberoamericano que todos los españoles sentimos como propio.
Esas hermosas composiciones de la música popular española que son las habaneras nos traen memorias de encuentros, de historias que suceden a ambos lados de océano, y traen siempre mensajes de libertad y esperanza: la libertad del mar, la esperanza de una vida mejor, la promesa del futuro.
Nos vamos de Cuba pensando en volver, seguros de que a esta tierra, a esta gente magnífica, llegará muy pronto ese futuro de paz y concordia que deseamos para todos sus hijos. Un futuro al alcance de la mano. Un futuro de encuentro y de cercanía. Un futuro en el que Cuba se abra a Cuba.
Las circunstancias son favorables, las soluciones han de ser generosas.
Muchas gracias.