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e satisface mucho compartir con vosotros esta conmemoración del XII Aniversario de las Escuelas Taller de Patrimonio Nacional.
Felicito sinceramente a cuantos, desde el Presidente a los directores y monitores de este programa, se han comprometido en su desarrollo, con la dedicación y eficacia que merece; por su evidente valor cultural y también, por su importante valor social.
Permitanme que aproveche esta circunstacia, este acto para dedicar un saludo con especial afecto a los jóvenes que han pasado por estas Escuelas y a quienes ahora están en ellas. Unos y otros sois también protagonistas de este proyecto y del éxito que ha alcanzado.
Como podéis imaginar, me produce una enorme alegría que un Organismo, tan estrechamente vinculado a la Corona, haya emprendido esta tarea de gran alcance cultural y profundo sentido humano, pues abre un camino y una esperanza al empleo juvenil, que como sabéis es una de mis preocupaciones principales.
Pero hablaba al principio del valor cultural de este programa de las Escuelas Taller; y vemos que la sociedad actual es, afortunadamente, más exigente cada día con los gestores culturales, a quienes demanda mayores atenciones al patrimonio histórico y artístico y a su entorno; acaso por cuanto nuestro desarrollo económico y de bienestar así lo permite y también por la progresiva toma de conciencia colectiva sobre la importancia de su conservación como elemento de gran peso para nuestra identidad y riqueza cultural.
Pero También las Escuelas Taller en general, y las del Patrimonio Nacional en particular, han sabido captar esta necesidad y han acertado a darle respuesta.
La transmisión de conocimientos y experiencias que aquí realizáis es decisiva para la conservación del tesoro de un pasado que tenemos que ser capaces de actualizar e integrar en el presente, para proyectarlo en el mañana con la responsabilidad, la capacidad técnica, la dedicadeza y la ilusión que la tarea requiere y que venís demostrando a lo largo de estos años. En cuanto al valor social, comprobamos que: con la recuperación de ámbitos profesionales tradicionales y casi en trance de desaparición estáis promoviendo también una fórmula original e imaginativa en el ámbito laboral, una oferta especializada y necesaria, como demuestra la experiencia de los países más adelantados de nuestro entorno.
Ya que en estas Escuelas Taller se aprende trabajando; además de ofrecer una experiencia laboral (para muchos la primera) conforman la aplicación práctica del binomio Tecnología-Oficio tradicional que encuentra hoy - a punto de comenzar el siglo XXI - una acogida creciente en la demanda ocupacional de una sociedad moderna.
Os animo, pues, a continuar y profundizar con interés y afecto el programa, y termino expresando mi reconocimiento al Ministerio de Trabajo, que lo ha puesto en marcha, y a Patrimonio Nacional por su ejecución, de cuyo éxito dan fe las treinta y una Escuelas Taller cuyo funcionamiento ha tutelado en estos doce años, y de las que podéis sentiros orgullosos.
Enhorabuena a todos.