S
eñor Presidente de la Cámara Municipal de Cascais,Señoras, Señores,
Es para mí una gran satisfacción ser acogido como Ciudadano de Honor de Cascais, recibiendo la llave de la ciudad, de la que tan gratos recuerdos conservo y que ocupa un lugar hondo y único en mis afectos y en los de mi familia.
En ella pasé años felices de mi infancia y juventud, durante los que pude disfrutar plenamente del cariño y el calor de Portugal y de sus gentes.
Durante aquel período de la historia europea y mundial, difícil y turbulento, mi familia encontró en Cascais una hospitalidad sincera, reflejo de la cordialidad y la hidalguía que caracterizan al pueblo portugués.
Era Cascais entonces más pequeño, más recoleto, con un ritmo distinto; en él las horas pasaban más despacio. Hoy, la ciudad se ha extendido de manera insospechada, impulsada por su propia vitalidad y por el crecimiento de Lisboa. De centro balneario, se ha transformado en lugar de residencia permanente e una importante población. La rehabilitación del antiguo Convento da Nossa Senhora da Piedade, donde hoy nos encontramos, constituye un ejemplo de conciliación entre el pasado y las necesidades del presente.
Hay cosas, sin embargo, que no cambian; cualidades que hacen que los habitantes de Cascais sean para mí los amigos de entonces y de siempre, algunos de ellos hoy, de nuevo, con nosotros. La amabilidad de sus gentes, que tan bien conozco, y ese carácter abierto y risueño son los mismos ayer y ahora, y reflejan la luminosidad que siempre ha caracterizado a esta querida y hermosa ciudad, abierta al Atlántico.
Desde su juventud, mi padre sentía un gran amor por este Océano y me transmitió ese sentimiento en esta hermosa bahía de Cascais, en la que tantas jornadas de navegación compartimos. La mar ayudó a compensar y modular, con su ritmo universal, la saudade de la patria, tan cercana, y tan distante, pero entonces tan inalcanzable.
Con estos recuerdos, la Reina y yo nos sentimos hoy doblemente emocionados y agradecidos al siempre querido Cascais, por el homenaje que ha dedicado a la memoria de mis padres con el monumento, obra del Comandante Sousa Machado, que hoy hemos inaugurado como recuerdo de su presencia en esta hermosa ciudad, tan significativa en sus vidas y que tanto amaron.
Señor Presidente,
Gracias una vez más por estos gestos tan generosos y tan cargados de sentimiento hacia mi familia. Son manifestación de esa perenne relación entre nuestros dos países y, al mismo tiempo, expresión de la tradicional cortesía de Portugal, tan profundamente respetada por España y por cada uno de los españoles, entre los que me incluyo.
Muchas gracias.