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on especial satisfacción vuelvo a presidir la entrega de los Premios Nacionales de Diseño y a subrayar con mi presencia y mis palabras el especial interés que concedo a este acto, por su carácter positivo e innovador.
Quiero, ante todo, expresar mi felicitación a los promotores de estas distinciones, y mi cordial enhorabuena a quienes las reciben en esta edición.
Todos cuantos nos hemos reunido aquí somos conscientes del papel que tiene el diseño en nuestra civilización. Es parte inseparable de nuestra vida cotidiana, y hace más habitables los espacios en que nos movemos y más nuestros los objetos que utilizamos.
Por eso necesita ser accesible y comprensible para un público cada vez más amplio, al que satisface, y al mismo tiempo educa, elevando su nivel de sensibilidad y exigencia.
Estamos en deuda con quienes hacen del diseño su vocación, y mejoran con su esfuerzo nuestro bienestar personal y colectivo. Su creatividad nos facilita la clave para singularizar la uniformidad de un mundo globalizado con el calor de las pequeñas pero imprescindibles satisfacciones de cada día, y su obra manifiesta la diversidad de nuestras tradiciones culturales.
Estos caracteres brillan especialmente en la trayectoria personal y profesional de los galardonados de este año.
En ellos celebramos el talento de la innovación, el atento seguimiento de los signos de nuestro tiempo, la eficacia de un proyecto y de su gestión, y el reconocimiento internacional que construyen la imagen de la España distinta, que hoy estamos proyectando con éxito entre todos.
El diseño es hoy también elemento indispensable de la estrategia empresarial. Es una especie de tecnología invisible que integra una serie de conocimientos y recursos materiales para conseguir un producto y difundir una marca individualizada de calidad.
No es preciso insistir en las ventajas que supone esta actitud en un mercado tan especializado y competitivo como el actual. Celebro tener ocasión de expresar mi apoyo a este talante de nuestros empresarios, que tanto contribuye a nuestro prestigio en un ámbito en el que están alcanzando cotas cada vez más altas y merecidas.
Mi agradecimiento al Ministerio de Industria y a la Fundación Barcelona Centro de Diseño por haber consolidado estas recompensas, a través de una cooperación realmente ejemplar, y al Grupo Camper, la familia Amat y el diseñador Peret por el testimonio de su obra bien hecha, una lección en la que todos tenemos mucho que aprender.