Me alegra estar de nuevo aquí en Alicante, y agradezco que la invitación para inaugurar este 17º Congreso Nacional de la Empresa Familiar me dé la oportunidad de venir. Esta vez es un poco más especial para mí, puesto que es la primera vez que vengo a la ciudad y a la Comunidad Valenciana como Rey. Gracias por vuestra bienvenida de hoy también muy especial.
Y gracias por acoger este encuentro que encaja perfectamente en la cultura alicantina y de toda la Comunidad, como tierra de emprendedores que, muy a menudo, encuentra su vocación empresarial en una clara tradición familiar.
De hecho, no es la primera vez que este foro se celebra aquí, ni tampoco es la primera que yo tengo el placer de asistir a una de sus ediciones, pues en los últimos años como Príncipe de Asturias he tenido la fortuna de acompañaros en varios de vuestros encuentros, celebrados en ciudades de toda nuestra geografía nacional.
Siempre han sido ocasiones de gran interés para conoceros mejor, para saber de vuestras circunstancias y vuestra visión de las cosas, de cómo evoluciona nuestra economía y de los problemas que encuentra el mundo empresarial para seguir creciendo, para generar más riqueza y empleo y ayudar así a la sociedad en general en su avance y mejora.
Por ello, enhorabuena a esta querida ciudad por su elección como sede de esta nueva edición del Congreso; y también, por supuesto, al Instituto de la Empresa Familiar (IEF) y a las distintas asociaciones territoriales de empresa familiar por mantener activo, con eficacia y proyección, con ideas y hechos, el gran proyecto que representa impulsar la empresa familiar y fomentar su importante papel en la economía española.
En esta ocasión, me gustaría compartir brevemente con todos vosotros algunas ideas sobre la gran utilidad y las características especiales de vuestras entidades. Se trata en realidad de compartir una serie de hechos y datos que conocéis muy bien; pero que creo que siempre es bueno ponerlos de manifiesto públicamente y compartirlos con toda la sociedad, porque de este modo ponemos un poco más el foco sobre el indudable servicio que presta la empresa familiar al progreso de nuestra economía y, justamente, le damos mayor realce.
La empresa familiar es, de alguna manera, un “bien social en sí misma” y así lo reconocen buena parte de las legislaciones europeas y muchas otras de otros continentes. Su permanencia y estabilidad son virtudes que, coherentemente, los poderes públicos han decidido amparar y fomentar. Estas empresas presentan una serie de características diferenciales que las hacen de especial interés, tanto para la economía como, consecuentemente, para el conjunto de la sociedad.
"...la empresa familiar es un activo fundamental para una economía sana y dinámica, y que debemos contar con ella como un actor fundamental para darle músculo y solidez a nuestra base productiva y para luchar contra las altas tasas de desempleo que afectan a nuestro país..."
De hecho, son unidades productivas que, en general, ofrecen una mayor estabilidad en el empleo; su cultura está asociada a una actitud o a un comportamiento emprendedor y, también ─la mayoría de las veces─ innovador; tienen menores niveles de deuda y menores ratios de quiebra e, igualmente, cuentan con un mayor número de mujeres en todos sus ámbitos, incluidos los consejos de administración.
Se comprenderá por todo ello que la empresa familiar es un activo fundamental para una economía sana y dinámica, y que debemos contar con ella como un actor fundamental para darle músculo y solidez a nuestra base productiva y para luchar contra las altas tasas de desempleo que afectan a nuestro país.
Señoras y señores,
La empresa familiar es también heterogénea, diversa; y esta característica la hace ser asimismo un verdadero reflejo de nuestra propia sociedad. A este Congreso habéis acudido cientos de empresarios que venís de toda España y que pertenecéis, como he señalado antes, tanto al Instituto de la EF como a la extensa red de asociaciones territoriales que con visión y acierto habéis logrado poner en marcha.
Y estáis en sectores muy variados, tanto en empresas grandes como también en pymes. Pero permitidme que, al mencionar a estas últimas, anime a todos a que las cuidemos especialmente, por ser en España ─como también en muchos otros países─ las entidades productivas que más puestos de trabajo crean.
En este sentido, no quiero dejar de mencionar los esfuerzos del IEF por contribuir al aumento del tamaño medio de las empresas porque, en términos generales, mayor tamaño empresarial es sinónimo de mayor capacidad para acceder al crédito y de mayor intensidad exportadora e innovadora; por tanto, es un indicador de mejores niveles de productividad.
Felicito también al Instituto por sus trabajos para favorecer en las pymes españolas una mayor vocación y presencia internacionales. No olvidemos que es en el exterior donde nuestras empresas han dado muestras de fortaleza fundamentales para mantener los niveles de competitividad en nuestra economía.
No me extiendo más. Estoy seguro de que durante estas jornadas abordaréis estas y otras cuestiones con sentido práctico y, también, con espíritu de servicio, de responsabilidad social. De servicio a unas tradiciones familiares y a un interés general de toda España, que hoy podemos identificar muy claramente en la creación del mayor número de puestos de trabajo para todos los ciudadanos españoles.
Con estas palabras y mis mejores deseos para todos, declaro inaugurado el XVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar.
Muchas gracias.