L
a Reina se une a mí para manifestarles, junto a los Príncipes de Asturias, nuestra satisfacción al poder reunirnos hoy con tan distinguida representación del mundo de las Letras, en vísperas de la solemne entrega anual del Premio Cervantes.Todos los hispanohablantes de España, de América y de otras partes del mundo -algunos de los cuales comparten el castellano con otra lengua propia- nos sentimos hermanados en Cervantes y en su lengua libre, abierta y congregadora.Más allá de la efeméride de la aparición de su genial y universal Don Quijote -que con tanto eco hemos celebrado el pasado año-, el aniversario de su muerte nos brinda cada primavera la ocasión de celebrar su inmortal magisterio. En ese ámbito cobra especial relieve el homenaje a la palabra creadora.Una afirmación que adquiere un sentido trascendente cuando se aplica a quienes con su palabra alumbran espacios nuevos de conocimiento y de significación.Parafraseando a Pedro Salinas podemos decir que la misión del escritor es dar respuesta con las palabras a un mundo sin acabar, necesitado de que alguien lo complete.Mañana entregaremos el Premio Cervantes a un gran escritor, Sergio Pitol, que en su variada obra literaria se ha propuesto un objetivo radicalmente cervantino: andldquo;soñar la realidadandrdquo;.Lo ha hecho llevando y trayendo entre el Nuevo Mundo y la vieja Europa palabras mestizas del español, que transportan una cultura que, por mestiza, es integradora.Nos resulta especialmente grato estar hoy aquí con él y con todos Ustedes -escritores, Académicos, críticos y estudiosos, editores, profesionales del mundo del libro y representantes de la cultura literaria-, para proclamar juntos nuestra fe en la palabra.Porque ella -la palabra, la lengua- ensancha nuestro espíritu. Y sólo ella puede forjar espacios de convivencia y constituirse en baluarte de la libertad creadora.Por todo ello les invito a unirse a mí para brindar por la hermosa labor creativa en torno a la palabra, que todos Ustedes representan.