V
engo con mucho gusto a entregar este Premio, y a actualizar mi vinculación personal, con la Sociología y la Ciencia Política, cuyo valor en el pensamiento y la realidad de nuestro tiempo se materializa hoy en el reconocimiento público del mérito de uno de sus más insignes cultivadores. Mi felicitación muy sincera a don Salustiano del Campo, galardonado en esta edición.
Todos conocemos su brillante trayectoria científica y profesional, que ha culminado en su recepción como miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y refrendado su nombramiento como Presidente del Instituto de España.
A estos honores, quiero añadir el testimonio de mi experiencia como alumna suya en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense, donde tuve ocasión de conocer y apreciar su auténtica vocación universitaria, piedra angular de toda su obra.
La aparición en el siglo XIX de las Ciencias Sociales como rama específica en el universo del conocimiento fue un acontecimiento tan decisivo para el progreso de la humanidad como el avance portentoso que experimentaron en aquella época las ciencias físicas.
El paso del tiempo ha ido convalidando el acierto de concebir la dinámica social y su continua evolución como eje y estímulo del avance colectivo, que propone nuevos objetivos, y suscita las energías necesarias para lograrlos.
Gracias a la labor paciente y continuada de sociólogos y politólogos, y al influjo de sus obras, nuestra mentalidad individual y colectiva tiene hoy un acento social cada vez más fuerte, que se manifiesta en todos los espacios de nuestra realidad.
Desde la configuración actual de los derechos humanos y los modos más avanzados de organización actuación empresarial, hasta el mecenazgo científico y cultural, la solidaridad con nuestros mayores, el voluntariado y la conservación de los recursos naturales.
Asistimos a un creciente protagonismo de la sociedad, como sujeto de nuevas tareas y responsabilidades específicas, que para realizarse requieren el esfuerzo de todos, y sólo se justifican si a todos se extienden sus beneficios.
La socialización se convierte así en democratización, en escuela de una ciudadanía más consciente, de la que surgen, como de un suelo fértil, iniciativas que se comparten, y acceso a cotas más altas de prosperidad a través de la igualdad de oportunidades.
Este acto es una excelente ocasión para expresar al conjunto de la sociedad española el homenaje que merece. Por su vitalidad y madurez, la ambición de sus propósitos y el sentido común para llevarlos a buen puerto, su empeño en situarse a sí misma y situar a España en niveles de eficacia y prestigio cada vez mayores con las sólidas herramientas de la preparación y el mérito.
Agradezco al Centro de Investigaciones Sociológicas la oportunidad que nos da con esta convocatoria de reflexionar sobre la sociedad española, y reiterarle el aliento y apoyo que merece en su empeño de renovación y modernización, un logro histórico que va construyendo con los sencillos mimbres de las tareas de cada día.
Enhorabuena al Jurado que ha discernido este Premio, y a don Salustiano por recibirlo.
Muchas gracias.