M
uchas gracias por tan sentidas palabras y afectuosa acogida.
Como cada año, me cabe el honor de presidir el solemne Acto de apertura del Curso de las Reales Academias, cuyo Alto Patronazgo me atribuye nuestra preciada Constitución.
Un Acto que me brinda la gran satisfacción de volver a reunirme con todos vosotros y de expresar mi reconocimiento más afectuoso a los Académicos de Número, Correspondientes, Honorarios y miembros de las Academias Asociadas.
Agradezco al Instituto de España, a todas y a cada una de las Reales Academias en él integradas, el trabajo realizado para dotar a este Acto del alcance que merece.
Un agradecimiento que se dirige especialmente a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, que amablemente nos acoge y a la que quiero expresar mi más cordial felicitación en el Ciento Cincuenta Aniversario de su fundación.
En efecto, la Reina Isabel II creaba en 1857 esta Academia, para cultivar las áreas del saber que le dan nombre, ?ilustrando las cuestiones de mayor importancia, trascendencia y aplicación, según los tiempos y circunstancias".
Desde entonces, y con las demás Reales Academias, la de Ciencias Morales y Políticas ha contribuido a distinguir, potenciar y propagar, el esfuerzo y el talento, el rigor y la exigencia intelectual, el conocimiento teórico y práctico, promoviendo así nuestro pensamiento, cultura y progreso.
Hoy quiero dedicar un emocionado recuerdo y un homenaje de profunda gratitud a quién fuera, durante más de tres lustros, Presidente de esta docta Corporación.
Un merecido homenaje a uno de los economistas españoles más importantes de las últimas décadas, el Profesor Don Enrique Fuentes Quintana, cuyo busto acabamos de descubrir en recuerdo de una sólida, brillante y decisiva trayectoria al servicio de la modernización de España.
Maestro de economistas, Senador por designación real y, entre otros muchos altos cargos, Vicepresidente Económico del Gobierno, Fuentes Quintana fue una figura clave en la transformación económica que acompañó a nuestra Transición democrática.
Aportó a la Hacienda Pública equidad y eficacia, y supo contribuir a articular las reformas y consensos que fraguaron en el programa económico y social de los Pactos de la Moncloa.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, y autor de numerosas e influyentes publicaciones, hoy quiero destacar su inolvidable impronta al frente de esta Institución y dedicar todo mi afecto a su familia.
Este Acto me permite, al mismo tiempo, reiterar el gran orgullo y la especial atención que, como Rey, suscita en mí la valiosa actividad de nuestras Reales Academias.
Unas Corporaciones fieles a su misión de custodiar, acrecentar y difundir, nuestro rico y variado patrimonio cultural, artístico y científico.
Desde su origen, las Academias persiguen la excelencia en las áreas que tienen atribuidas. Un objetivo que se traduce en la búsqueda del más alto nivel de análisis y reflexión, de investigación y de creación.
Esa marca de calidad, que define la esencia de las Reales Academias y que siempre ha sido necesaria, resulta hoy imprescindible para contribuir al mejor presente y porvenir de España.
En efecto, la presencia y proyección de España en un mundo cada día más globalizado, y definido por una sociedad basada en la creación, transmisión y aplicación del conocimiento, requiere de vuestra valiosa aportación.
Este es, sin duda, un objetivo de todos, aunque incumba de forma especial a las Reales Academias, junto a las Universidades, y a los Organismos y Centros de Investigación.
Vuestra acreditada formación y capacidad como Académicos, así como la sólida labor y el prestigio de vuestras Corporaciones respectivas, contribuyen además a la divulgación científica, mediante múltiples actividades, ciclos de conferencias, obras monográficas y selectas publicaciones especializadas.
Una tarea en la que animo a redoblar esfuerzos por parte de todas las Reales Academias, convencido de que resulta esencial para engrandecer y dinamizar nuestra vida colectiva, para hacer partícipes e implicar al conjunto de los españoles en la nueva Sociedad del Conocimiento.
La intensa labor de nuestras Reales Academias, que recurren cada vez más a las nuevas tecnologías, debe seguir fomentando una creciente cooperación con otras instituciones extranjeras equivalentes, estimulando así la proyección internacional del saber, la ciencia y las artes de España.
Inauguramos un Curso Académico lleno de proyectos que deben intensificar nuestra equiparación con los países más avanzados de nuestro entorno, y seguir incrementando la producción cultural y científica española, alentados por su significativo avance a lo largo del último cuarto de siglo.
Unos proyectos que reclaman nuestra mayor dedicación y entrega, conscientes de que sus resultados redundarán siempre en beneficio de todos.
De ahí, mi gratitud al mecenazgo con que distintas Administraciones, Fundaciones y Entidades públicas y privadas, contribuyen a respaldar vuestra labor.
Antes de concluir, quiero reiterar en este solemne Acto mi más firme compromiso y apoyo a nuestras Reales Academias.
Con mis mejores deseos para que se vean cumplidos todos vuestros objetivos y anhelos, declaro inaugurado el Curso Académico 2007-2008 de las Reales Academias.
Muchas gracias.