S
eñor Presidente,
En nombre propio y en el de la Reina os agradezco vuestra cordial acogida y las palabras de bienvenida con que acabáis de manifestarla.
Nuestra visita a Grecia expresa las relaciones que nos unen como países amigos y aliados, a las que se unen en nuestro caso recuerdos y experiencias personales e inolvidables.
Son muchos y antiguos los lazos que nos vinculan, desde que, antes de que amaneciera la Historia, habitamos juntos el mundo de los mitos que los primeros helenos situaron en el límite occidental del mundo entonces conocido.
Entre nuestras coincidencias destacan de modo especial el sentido de nuestra propia identidad e independencia, el amor a la libertad, la vocación europea y mediterránea, y el sincero compromiso con el presente y sus exigencias.
La Grecia contemporánea es el resultado de un proceso de modernización que inició a comienzos de este siglo y ha llevado a cabo con perseverancia, venciendo animosamente una serie de inercias y obstáculos que más de una vez han intentado entorpecerlo y aun interrumpirlo.
Frutos de este esfuerzo son el avance de los derechos colectivos, el desarrollo de sus estructuras y recursos económicos, y una ampliación de las perspectivas individuales y sociales de sus ciudadanos.
España, que ha llevado a cabo un proyecto de similar envergadura histórica, comparte con Grecia los valores y objetivos que este empeño pretende y procura, y se congratula de los resultados que en este camino estáis alcanzando.
Señor Presidente,
Vuestra ciudad natal, Patrás, ha sido la "puerta de Europa" de la Grecia moderna, y la sede del obispo Germano, que por primera vez enarboló el estandarte de la independencia helénica en 1821.
Esta gloriosa herencia cobra en nuestros días nuevos significados, acordes con el contexto de alcance continental en el que nos movemos.
Así como Grecia, desde su refundación como Estado moderno, miró siempre hacia Occidente, España, en los últimos años, ha pasado de observar desde la distancia a involucrarse activamente en el Oriente europeo. España envió sus tropas a Bosnia al poco de estallar el conflicto yugoslavo -donde aún permanecen- e hizo lo propio en la misión inicial de pacificación cuando el año pasado se produjo la crisis de Albania, en cuyo proceso de solución sigue trabajando tan activa y generosamente Grecia.
Mi país no ha dudado en apoyar desde sus inicios la ampliación de la Unión Europea, por el flanco oriental, en el convencimiento de que Europa sólo podrá considerarse unida cuando también pertenezcan a la Unión los países centroeuropeos y balcánicos, de modo que las distintas tradiciones y experiencias históricas puedan fundirse, enriqueciéndose mutuamente.
Nuestra historia y tradiciones nos invitan a enriquecer el proyecto de construcción europea con el acento humano que nos es propio, de modo que cada uno de los avances técnicos y materiales que vamos consiguiendo promuevan la creación de un espacio común de bienestar y progreso, del que todos los europeos sean y se sientan protagonistas y destinatarios.
También juntos seguimos esforzándonos por la actualización de la estructura de la Alianza Atlántica, así como por el fortalecimiento de lo que podría llegar a ser en el seno de la UEO una estructura defensiva de carácter esencialmente europeo.
Queremos que las semillas que ahora plantamos crezcan generosas y cobijen bajo su sombra a quienes forman parte de nuestro horizonte cultural.
Grecia es sin duda el lugar simbólico por excelencia para recordar en este aspecto al Oriente europeo, fecundado por la sabiduría helénica desde hace mil años, y a la cuenca euromediterránea, que fue un día nuestro hogar común y guarda aún el secreto de un futuro de paz y cooperación entre cuantos compartimos sus riberas.
Señor Presidente,
Traemos también aquí el deseo de reavivar nuestras relaciones bilaterales, tanto en el ámbito empresarial y de inversiones recíprocas como en el de un mejor conocimiento mutuo, del que son prenda el Congreso de Hispanistas en los Países Balcánicos que tendrá lugar en Atenas a fines de este año, el creciente interés de vuestros compatriotas por nuestra lengua y los miles de españoles que visitan Grecia y se llevan el recuerdo imborrable de este país y sus gentes.
Conocemos vuestra dedicación a vuestro pueblo, cuyas virtudes encarnáis de modo eminente.
Estoy seguro de que estas cualidades, y la hospitalidad con que nos recibís, darán nuevo impulso a los sentimientos de amistad existentes entre nuestros dos pueblos y a las realizaciones que las afiancen y perpetúen.
Os acompañamos en este camino y sentimos como nuestra la ventura de este país, que fue el de la Reina hasta su matrimonio y sigue siendo querido y respetado por los españoles en su persona.
Con el sincero afecto que sentimos por esta nación, levanto mi copa por la prosperidad del pueblo griego y la ventura personal de Vuestra Excelencia.