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racias a mi Teniente de Hermano Mayor por sus palabras, leales y afectuosas, que tan bien reflejan el sentir, el pensar y el hacer de los Maestrantes y de este Real Cuerpo, cuya Junta General he querido presidir.
Palabras que me brindan la oportunidad de expresaros mi especial satisfacción, al reunirme de nuevo con vosotros para compartir alegrías, reflexiones y proyectos.
Alegrías ante todo, ya que esta sesión me permite volver a Andalucía y, en particular, a esta muy querida, hermosa y gran ciudad de Sevilla.
El ?No Me Ha Dejado? del escudo hispalense reconoce la nobleza de sus hombres y mujeres, acompañada, al mismo tiempo, del talento y del trabajo con que los andaluces contribuyen al progreso cultural, económico y social de toda España.
Una contribución que pone de relieve el valioso activo que Andalucía siempre ha encontrado en sus gentes.
De ahí, la importancia de potenciar las grandes capacidades, que la población de esta tierra tan querida ha sabido demostrar en múltiples ámbitos, a lo largo de los siglos y en nuestro mundo moderno.
Una tarea a la que ha dedicado sus mejores esfuerzos la labor asistencial y el mecenazgo, que esta Real Maestranza sabe y quiere ejercitar, y que cuenta con todo mi reconocimiento y respaldo.
Como Rey y Hermano Mayor, valoro en muy alta medida vuestra actividad, para ayudar a que todo joven, dispuesto a poner el empeño necesario para avanzar en las ciencias y las técnicas, las humanidades o las artes, disponga en la Real Maestranza del respaldo y el aliento que pueda necesitar.
Así, vuestro quehacer, unido al de muchas otras personas y entidades, seguirá permitiendo a numerosos andaluces alcanzar la más altas cotas de excelencia.
Me llena de especial alegría comprobar la creciente incidencia social de vuestra actividad que ha multiplicado el arraigo y proyección de los que dispone esta Real Corporación.
Desde su origen, el espíritu de la Maestranza viene definido por su permanente compromiso de entrega a España, y por su probada lealtad y servicio a la Corona.
Un compromiso marcado además por una ejemplar dedicación y un hondo querer a Andalucía y a Sevilla.
Por todo ello, merecéis la profunda gratitud de la Corona y contáis con todo mi afecto.
Estoy seguro de que sabréis seguir ensanchando vuestra tarea en el futuro, en beneficio de cuantos conforman la cada día más dinámica sociedad andaluza.
En esta ocasión habéis querido ofrecerme un nuevo motivo de alegría, al levantar un monumento en memoria de mi madre, con la colaboración del Ayuntamiento de Sevilla y de la ?Fundación Doña María de las Mercedes?. Una Fundación promovida por la Junta de Andalucía y la Confederación de Empresarios andaluces.
Desde aquí quiero hacer llegar mi gratitud a la Real Maestranza y a cuantas entidades y personas han volcado su colaboración y esfuerzo en esta iniciativa.
La estatua, que inauguraré esta tarde, trae a nuestra memoria el inmenso cariño que la Condesa de Barcelona guardó toda su vida por la gente de Sevilla, por vuestra ciudad y por esta Casa.
Un cariño, alentado por el amor a España y compartido con mi padre, que se traslucía en tantos gestos y detalles.
Esta iniciativa se integra, además, en el inmenso caudal de arte y de cultura que Sevilla alberga. Caudal al que se refería ya Lope de Vega, cuando reseñaba con agudeza que ?de su hermoso Arenal sólo se precia Sevilla, que es octava maravilla y plaza universal.?
Para terminar, quiero daros de nuevo las gracias por vuestro recibimiento y afecto, al tiempo que renuevo mi pleno apoyo y aliento a vuestra gran labor.
Muchas gracias.