C
elebro presidir este acto y compartir con los representantes de la Comunidad de Madrid este momento tan significativo de su realidad institucional.
Tras una rehabilitación respetuosa con el pasado y atenta a las necesidades actuales, la Presidencia de la Comunidad de Madrid cuenta con una sede especialmente simbólica.
Se ha recuperado aquí un centro histórico profundamente vinculado a la herencia cultural de la Capital de España, desde el que se ha medido en más de una ocasión el pulso de la Historia. Este edificio y esta plaza han sido escenarios de acontecimientos políticos y manifestaciones sociales, al tiempo que espectadores de la vida cotidiana y ámbito de expresión cultural de los madrileños.
La Puerta del Sol, que los ciudadanos han consolidado a lo largo de los siglos como centro para la expresión de sus plurales opiniones, su voluntad de concordia y su característica vitalidad, fue elegida hace años para albergar la institución que venía a servir sus intereses y a ser su casa común en el nuevo ámbito democrático establecido por la Constitución.
Este Palacio y su entorno urbano representan así lo que Madrid significa en el conjunto del Estado de las Autonomías: una Comunidad abierta y generosa, con vocación de modernidad y sólidamente vertebrada, a través de la solidaridad, con las demás Comunidades Autónomas.
En esta ocasión tan señalada, deseo reiterar el afecto de la Corona hacia el pueblo de Madrid y su región. Es éste un sentimiento que hunde sus raíces en la Historia y se nutre de una convivencia cercana y casi familiar, en la que se manifiestan espontáneamente las cualidades y virtudes de sus gentes.
Entre ellas quiero destacar especialmente su proverbial hospitalidad, que hacen de esta Comunidad lugar de encuentro de todos los españoles, y la generosidad con que acogen y contribuyen a realizar los proyectos de vida en común que construyen nuestro presente y nos abren un futuro mejor y más amplio.
El espíritu de concertación y la capacidad de integrar las diferencias en un acervo compartido al servicio del bien común es el fundamento de la democracia que disfrutamos y la clave de su desarrollo, en el que todos debemos comprometernos.
Profesar esta convicción y facilitar a través de ella la convivencia y el progreso conjunto es una lección de civismo que nos dais y merece nuestro reconocimiento.
Esta rehabilitación significa también una apuesta por el porvenir. La construcción de la Real Casa de Correos fue una iniciativa de Fernando VI que culminó Carlos III, en el marco de un proyecto dirigido a hacer de Madrid la capital de un Estado moderno, basado en una gestión actualizada de los servicios públicos.
La silueta de este edificio centra un espacio urbanístico que ha sido siempre nudo de comunicaciones y laboratorio de nuevas experiencias que aquí se iniciaron, algunas tan importantes como el alumbrado público, el asfaltado de las calles y el Metro de Madrid.
Con la recuperación de esta sede, la Comunidad de Madrid recoge el testigo de este pasado y expresa su convicción de consolidar y acrecentar un proyecto de modernización de la infraestructura regional y de la mejora y crecimiento de sus expectativas y calidad de vida.
Esta obra es, conforme a la voluntad de quienes la han llevado a término, un centro de trabajo por y con los ciudadanos, y un símbolo del pluralismo y la diversidad de la Comunidad de Madrid.
Al felicitaros por su conclusión, os animo a perseverar en vuestra tarea con la ilusión y constancia que merecen los madrileños, y os deseo lo mejor en la etapa que hoy iniciáis.